Gorkula

Extraños eones, de Emilio Bueso

No tenía este libro en la lista de pendientes hasta que me topé con una reseña antigua en Susurros desde la Oscuridad.

Una mañana que salí a tomar un café aproveché y pasé por la biblioteca de Benimaclet, en la que tenían un ejemplar disponible. Me senté en la acera a esperar a un amigo y allí mismo lo empecé. Me dio tiempo a leer algo más de una decena de páginas y a punto estuve de decirle a mi amigo que no viniera, que me tenía que ir a casa a leer. Estaba enganchado.

¡Cuidado! En el texto hasta la siguiente imagen destripo parte de la trama y doy detalles que, si quieres leer el libro, seguramente no quieras leer aquí.

El libro es una adaptación del Flautista de Hamelín. El propio libro lo comenta en un par de ocasiones. Sin embargo, en esta versión las ratas son niños y el flautista son unos hombres polilla al servicio de Azathoth. O Nyarlathohep.

La historia transcurre en su mayoría en un cementerio de El Cairo en el que pasan más cosas que en toda Valencia. También hay un par de capítulos en Barcelona y en las entrañas de Azathoth. O algo así.

La primera mención a algo relacionado con Los Mitos se da una vez transcurridas 80 páginas. Al menos una obvia que yo haya entendido. Aún así la historia es entretenida y no necesita de sectarios o dioses primigenios para mantenerte enganchado.



Donde el libro flaquea, en mi opinión, es en el estilo. A ratos pienso que el autor quiere ser cercano e informal, usando una estructura más propia de la lengua hablada que de la escrita. A veces la repetición de algunas frases me recuerda a las sevillanas o a los anuncios de la radio, en los que se repite la misma información de diferentes maneras para que el oyente se quede con el mensaje. Pero esto en papel no funciona. Resulta curioso las diecisiete primeras veces, pero a la dieciocho te preguntas si el libro hubiese perdido la mitad de su grosor de omitir estas repeticiones.

Otra cosa que me resultó insoportable y me hizo poner el libro al lado durante un par de días es la cantidad de adjetivos que usa. No los usa de manera descriptiva, sino para generar ansiedad. Un ejemplo concreto se puede ver en la contraportada del libro, donde define a Azathoth como "... primer motor del caos, de la antítesis de la creación, del necio sultán de los demonios, del que roe, gime y babea en el centro del vacío final". En la contraportada queda bien porque solo lo describe así una vez, pero en el libro le añade una lista de adjetivos nuevos y repetidos cada vez que habla de él. A la tercera vez tenemos una idea clara de cómo es Azathoth, no hace falta seguir repitiéndolo.

Pero los adjetivos no se quedan ahí. Es como si hubiese pasado el texto por una inteligencia artificial que sugiriese cambios aleatorios de sinónimos. De vez en cuando se quedaba atascado en uno y lo usaba varias veces en la misma página. Estos momentos eran obvios porque el adjetivo repetido no es uno que ueses a diario a no ser que fueses descendiente de Góngora.

No quiero ser demasiado injusto, porque el libro tiene ya una década y a lo mejor es de cuando el autor empezaba. Todos queremos parecer listos cuando empezamos en algo.

Otro punto es que puede que intentara copiar el estilo de Lovecraft. El problema es que Lovecraft escribe en otra lengua donde, por ejemplo, puedes convertir cualquier sustantivo en verbo o adjetivo. Las reglas son diferentes.

 

Como conclusión decir que el libro me ha gustado. He cogido cariño a los personajes y he sufrido y he disfrutado con ellos. Pasará un tiempo hasta que lea algo del mismo autor y pueda comprobar de primera mano si el estilo fue algo pasajero o un sello de identidad.
#libros