Cuando escribí sobre Las cosas que perdimos en el fuego terminé diciendo que quería leer todo lo que Mariana Enriquez ha escrito y que continuaría por Bajar es lo peor. Hace ya un tiempo que lo terminé y hoy me siento a escribir sobre él.
No sé por qué tenía la idea de que este libro trataba sobre vampiros. Trata sobre Narval, Facundo y Carolina. Un triángulo amoroso. Sin vampiros.
Narval es un chaval joven que se pasa el día entre cocaína, heroína y porros. Narval tiene visiones. Le persiguen. También está enamorado de Facundo, un chaval de una belleza inigualable, que se prostituye por las noches y aparentemente no tiene sentimientos. La tercera es Carolina, una ex de Facundo que ahora anda interesada en Narval.
Es una novela oscura, supongo que fruto de tiempos oscuros vividos por la autora. No es para nada lo que esperaba. Esperaba una historia de terror con ligeros toques sobrenaturales y me encontré con una obra completamente real. Demasiado real. No porque yo sepa sobre este mundo, sino por cómo se ha sentido.
La empecé pensando, ¿cómo encajarán los vampiros en esta historia? Seguí leyendo esperando que aparecieran vampiros. No aparecían. Seguí leyendo, dándoles tiempo. Al final no aparecieron. Creo que terminé el libro porque pasadas 150 páginas consideré que ya que estaba... lo terminaba. No tengo ni idea de dónde me saqué lo de que era una historia de/con vampiros.
A parte de los tres protagonistas, aparecen unos cuantos actores más, como el hermano de Carolina y los amigos y clientes de Facundo.

Lo disfruté, aunque mi obsesión temporal con los vampiros me jugó una mala pasada. Sigo queriendo leer todo lo que ha escrito Mariana Enriquez.