El 21 de marzo de 2007 creé mi cuenta en Twitter. Mi primer tweet fue algo así como “Viendo Heroes en Canal 9”. Hoy Twitter se llama X y Canal 9 se llama À Punt. Cómo cambian las cosas.
El pasado 21 de marzo mi cuenta en Twitter hubiese cumplido 18 años. Un par de días antes la borré. Ahora mismo tengo 36 años. He tenido cuenta en Twitter la mitad de mi vida.
Tengo una teoría de cómo llegué a Twitter, aunque no sé si es realmente lo que ocurrió. Empecé con el tema de las webs a los 14 años, con unos cuantos años de internet a mis espaldas. En esa época hubo un pequeño boom marginal de podcasts en España. No recuerdo si había alguna página que los agregara en español, pero en inglés estaba Odeo. Odeo estaba desarrollada con Ruby on Rails. Es posible que así conociese Ruby on Rails. En esa época estaba interesado en ver cómo estaba desarrollada cada web a la que entraba. Al poco, desde dentro de Odeo se creó Twitter. Y así es como conocí Twitter. No recuerdo cuanto tiempo pasó desde que lo conocí hasta que abrí mi cuenta. Jack Dorsey creó su cuenta en marzo de 2006 y yo el 21 de marzo de 2007. Mi usuario era el 1.7XX.XXX.
Mis primeras cuentas a seguir fueron de gente a la que leía en formato blog, muy popular también en la época. Blog personal, en el que escribíamos a modo diario para un montón de desconocidos sin ánimo de buscar seguidores, solo de desahogarnos y ver que había más humanos ahí fuera. Algo que estoy tratando de revivir con éste blog.
Poco a poco empecé a seguir más cuentas en Twitter y formé parte de un grupo de twitteros valencianos que quedábamos regularmente. Comimos mucho sushi, fuimos a concursos de fotografía, a la piscina del que tuviese piscina e incluso acabé cursando un curso de japonés con otra chica.
A través de Twitter también conocí a una chica, por la que viajé a la otra punta del país. Fue un romance rápido que acabó mal.
Me llamaron de televisión para ser guionista. Fui a Madrid, donde conocí a parte del equipo de Cuatro. Asistí como público a Tonterías las justas y El Hormiguero. Por la noche me llevaron a una fiesta que organizaba Kike Sarasola y en la que conocí a Jorge Javier Vázquez. Hace poco me encontré en mi agenda el teléfono de Elena Sánchez, la chica que me contactó. Una búsqueda en Google me informó de su muerte unos años atrás. Al final decidí meterme a la universidad en vez de trabajar como guionista de televisión. Yo que sé.
Lo cierto es que no estuve en activo durante los 18 años. Hubo veces que cambié el nombre de la cuenta y le puse candadito. Al tiempo volví, pero el ambiente ya no era el mismo. Lo que importaba eran los seguidores y las interacciones. Estuve a punto de llegar a los mil seguidores, cuando eso era mucho. En el barrio se metían conmigo diciendo que “los amigos de internet no cuentan”.
Por el camino perdimos la API pública y ganamos más anuncios de los que caben en la pantalla del ordenador. Cada vez que anunciaban la cantidad de dinero que perdía Twitter yo me trataba de convencer de que si lo hiciesen de pago, yo pagaría. Llegó el momento y lo hicieron de pago. Yo no tenía trabajo y $8 me parecía un poco caro, pero los pagué. Lo que pasó fue que seguía viendo un montón de anuncios y tweets de gente a la que no seguía con contenido fuertemente político y de cero relevancia para mi.
Cambié mi manera de usar la red social. Traté de centrarme en ella solo para dos temas: programación y rol. Resultó ser estresante. Programadores a los que admiro empezaron a volverse insoportables hablando más de política que de código. En la comunidad rolera los dramas estaban a la orden del día. Al final entraba a Twitter por memoria muscular de abrir la app (o la web cuando desinstalé la app) y me encontraba con un montón de basura polarizante que me amargaba el día.
Me dio pena y pensé en simplemente en volver a “desactivar” la cuenta. Pero me di cuenta que este problema tenía que ser tratado de raíz. Así que borré la cuenta. No sentí pena, sino alivio.